Que deprisa pasa el tiempo,
parece que fue ayer
cuando a todos alegrabas
con tus sonrisas de niña,
con tus juegos y caricias
y con tu forma de ser.
Tus padres te adoraban,
tu hermana, también,
¡Qué decir de tu hermano!
Ese Tete, tan querido
y tan rebonico, él.
Ahora, el gran momento llegó
en forma de un hombre bueno
que te robó el corazón.
Solo con mirarlo se adivina
que esta loquito por ti.
Quereros mucho, mis niños,
amaros con pasión.
No caigáis en la rutina,
no apaguéis esa sonrisa
que creéis sin valor.
No retengáis esa caricia
que sale del corazón.
No dejéis para otro día
ese beso, casi un roce,
que pugna por salir.
devolvedlo con calor
poniendo en el vuestra vida,